Cuando Marco Miranda me invitó a la cena-maridaje con vinos de Oregon y Washington State, me dejó claro que la intención era la de dar a conocer los vinos que se producen en aquella remota "esquina" de la geografía de nuestro vecino del norte, y de paso, establecer que hablando de producción de vino en aquel país, no todo es California.
Misión cumplida... por fin he probado algunos de esos vinos, y quiero suponer, que varios de los asistentes, escribirán al respecto en sus medios y la difusión habrá roto la inercia y.... fluirá sin tropiezos.
Años atrás ya había escuchado algo al respecto de estos vinos que confieso, me parecían "fuera de lugar" y con esto me refiero a que geográficamente, aquellos parajes donde "nacen", no corresponden a la franja "tradicional" de donde salen los mejores caldos.
Y fue porque una de las entonces jovencitas que escribía en alguna publicación de esas de recetas para señoras, -algo así como "una evolución" de la revista de la "inenarrable" Chepina-, había sido invitada a aquella remota y bella región de la Unión Americana y a su regreso, supongo, escribió al respecto, pero confieso que no lo leí, no acostumbro hacerlo con nadie.
Independientemente de su inexperiencia manifiesta, -en alguna ocasión, me había expresado que en la casa paterna nadie puso la menor atención a la gastronomía, por lo que jamás habían ido más allá de la sopa de pasta, el arroz y un guisado elemental- así que cualquier opinión o juicio que expresara a través de su texto, no tendría la menor validez para mi, y supongo que para...
Pero volvamos al tema que nos ocupa; el lugar de la cita... un salón del restaurante Biko, uno de los comedores que aparecen en la "lista" de los 50 mejores del MUNDO..! ¡hágame usted el favor! ni la burla perdonan estos mercadólogos...
Ya por ahí, andaba sobre tierras falsas e inestables, poco confiables, en cuanto a la gastronomía se refiere, pero... así es esto, finalmente mi intención era la de conocer los vinos en cuestión.
La tarde lluviosa lo envolvía todo, hasta la mirada, como para hacernos conscientes de que los vinos que probaríamos, vienen de lares en donde aseguran 300 días al año de chaparrones y nublados, así que, como presagio lo tomé...
La disposición de la mesa en herradura y grande, reflejaba la frialdad de la tarde y del recinto en el que predomina el negro y en contraste, una cocina tan brillante, que pareciera que no se usa...
Una vez sentado a la mesa, me salvan el panorama, las copas dispuestas que, dejan ver su calidad, aspecto de importancia toral -siempre- pero más, cuando das a conocer un vino que aprecias.
Soy el primero en llegar después de que padecí la lluvia antes citada, que como suele suceder, sólo cobraba furia cuando me bajaba de vehículo en el que me trasladé...
Mi anfitrión, atento me dio la bienvenida y tomé un lugar en una esquina para disponer de espacio libre, fundamental para mi...
Conforme fueron llegando los invitados, tuve la fortuna que amigos conocedores y dueños del buen humor que da la inteligencia, ocupen los lugares contiguos... será divertido y aleccionador todo lo que se comente en ese vértice de la mesa... (VIDEO)
Por fin sirven un blanco... un Sauvignon Blanc casi frío, y, que a pesar del clima, cae bien... ¡siempre es bienvenida de entrada, una copa de buen vino!
Por desgracia, es costumbre poco atendida en México... debería de ser como "un reflejo condicionado" cuando recibes a tus invitados... después del saludo, del apretón de manos o el abrazo, ¡una copa de vino! ...pero la inmensa mayoría de las personas de las "relaciones públicas" en esta tierra, no tienen la menor idea de las normas que los protocolos de la buena educación dictan, y es comprensible, para eso, primero hay que tener buena...
La conversación corre con ligereza cuando el mesero llega con un segundo vino; un Riesling, le pido que por favor me cambie la copa y dice que no, "...ordenes son ordenes..." ni modo, a beberlo en la misma copa... para ser uno de los "mejores restaurantes del MUNDO.." (¿?) los modos de su gente de servicio, son más bruscos que los una cafetería de carretera en la medianía del desierto de Arizona...
El maridaje que siguió y sobre todo los platillos, me trajeron a la memoria un accidente, un atropello, uno de esos que la falta de reflexión provoca... en donde la prisa y la IMPROVISACIÓN, -lo he repetido hasta el cansancio, estamos en la tierra de la improvisación- son los LOS protagonistas...
Comenzamos con un platillo que acompañaron con un tinto; un Cabernet Sauvignon 100%, y aquí debo decir que todos los rojos que probé, salen de los referentes que guardamos la mayoría de los que atendimos la invitación; no hay duda que las características del terreno -terroir-, del clima y otros factores principalmente geográficos y por consecuencia climáticos, producen sabores que no me "checan" -si me permite la expresión- con los que después de 50 años de beber vino con interés, curiosidad y consciencia, guardo en mi memoria.
Por ejemplo, en algún momento sirvieron un Merlot que en nariz era seductor, pero en boca resultó un poco tánico, y un tanto pasado en acidez... sin lograr cerrar el círculo en el gusto, y sin "la referencia acostumbrada", a un Merlot "tradicional..."
También debo mencionar, que la desigualdad entre las sensaciones en el olfato y la boca, distan más de lo aconsejable o acostumbrado, tanto así, que dan pié al inicio de una suspicacia, y de una mueca en el...
El siguiente platillo consistió en un plato de almejas en un caldo con Lobina, y entonces ¡nos sirvieron uno de los blancos con que nos recibieron, el Sauvigon Blanc..! después de la entrada con el Cabrnet Sauvignon... ¿qué pasó ahí..?
El resultado de esto, fue que los atributos de los vinos se perdieron entre combinaciones anárquicas con platillos que a mi parecer, no maridaban en lo absoluto... más bien se enfrentaban con estos vinos que sólo puedo calificar de "diferentes", -sin duda hay oficio y experiencia-, pero todos ellos con una nota astringente que marcó una constante... y que me atrevo a asegurar la imprime su terroir... y en general, un poco alejados de los gustos a los que "por acá", estamos acostumbrados.
La duda me sigue asaltando; ¿quién diseñó ese desastre en el maridaje?
Ni la menor idea, pero todo apunta, porque la costumbre así lo dicta, que el cocinero es el que más "mete su cuchara" en esos menesteres.
Y ya que hablo del cocinero, finalmente les cuento que mi estómago fue quien pagó la factura de ese atropello culinario, que ni nos permitió apreciar de una manera ordenada, relajada y enfocada los vinos, ni tomar el sabor a cualquiera de los platillos que insisto, agraviaron el gusto... y el vino también.
Así que envío mi reconocimiento y todo el mérito al cocinero del restaurante Biko, por descomponer mi digestión que hasta entonces, había demostrado por décadas, ser a prueba de todo...
Finalmente, volviendo a los vinos, considero que los blancos, son los mejores logrados de los que probé... no hay que perder de vista, que los pobladores originales de aquella zona son mayoritariamente alemanes, y siento que reproducen los buenos oficios de los creadores de los blancos del Rhin, desde luego, toda proporción guardada...
Así que hablando de vinos norteamericanos, queda claro que no todo es California, ahí están los de Washington State y Oregon... lo invito a probarlos y estoy cierto que su juicio, será el más certero para su gusto.
Buen provecho y mucha ¡salud..!
Gabriel Mora y Romero
Director General y Editorial
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