Que grato resulta encontrar de inicio sobre la mesa copas de calidad y/o excelencia, para beber vinos elegantes, finos... (o cualquier otro, aun los malos, -aunque hay quien afirma que no existen, ¡imagínese..!), que merecen beberse en una copa con los mismos atributos...
Al igual que el vino notable, la copa debe dejar que su cristal lance destellos a la menor provocación de la luz, que sea de una limpidez impoluta, (en lo personal, altas, de forma de globo), y desde luego, permitir apreciar las notas, los tonos del colorido del vino que guarda...
Que su ligereza al sostenerla, se complemente con la del vino una vez en su interior... Indefectiblemente de bordes exquisitos, así como su vástago, su base... -o en su caso, las hay con auténtica maestría de primorosa filigrana en sus bases- en pocas palabras, otra obra que linde los páramos del arte... éste gusto es un poco como la puntualidad... "cortesía de reyes...".
Para los auténticos amantes del buen vino, la copa habla mucho del que se le va a verter, pero también del anfitrión... es algo así como la tarjeta de presentación... detalle -por ejemplo- en el que no pusieron atención en el XIII Salón del Vino Español al que recientemente asistí... y que sin falta, puso en evidencia lo que apuntaba líneas arriba... la copa nos "advierte de la calidad del vino, pero también del anfitrión... ya ve, los hispanos, cuando menos en México, -incluidos desde luego a los integrantes de la embajada- no son muy proclives a la amabilidad y al buen gusto... se concentran puntualmente en el negocio...
En la entrada, sobre la mesa donde disponen las copas para los visitantes, sólo había hileras de una calidad cuestionable, tema que indefectiblemente asocio de inmediato con la calidad del vino que me van a ofrecer...
Y bueno, al asistir a esos eventos, se está consciente que se trata de bodegueros que viene en busca de un importador que ponga sus etiquetas en el mercado mexicano, -por cierto, más que saturado- y la apuesta no es precisamente de vinos Premium, sino los "promedio", -al alcance de casi cualquier bolsillo-, aunque durante la cata, su ponente habitual... nos los presentó con una pléyade de cualidades y bondades, que sólo existen en su imaginación y definitivamente, en sus técnicas de mercadeo, (repetía con tesón: complejos, elegantes, equilibrados, estructurados...) aunque algunos de ellos, apenas alcanzaran el apelativo de simplones... en la copa quieta, parecían inertes... había que agitarlos de inmediato, y apenas así, expresaban algún aroma remoto, tímido, ¡muy tímido..!
Regresando al tema que nos ocupa, lo mismo sucede con la vajilla y los cubiertos... el mantel, la decoración de la mesa, (algunas flores recién cortadas siempre se agradecen, aunque se vaya a comer solo), y los restaurantes que hacen eventos de pequeños maridajes al presentar varios vinos, (hace un par de semanas en uno de la Colonia Roma en la CDMX), por favor, dejen de emplear esos horrorosos platitos y cucharitas de plástico, que sólo menosprecian y/o ponen en evidencia, la falta de presupuesto, o en el último de los casos, de buen gusto... -y el poco aprecio del cocinero por su platillo- un poco más de imaginación y creatividad de estos jovencitos "millenials", que manejan las RP´s...o (o cuando menos eso creen que hacen) ¿no le parece?
En fin, el acento quiero ponerlo sobre el gozo que produce tomar una copa de excelencia en las manos y verter en ella, buen vino, un privilegio que se dispensa a uno mismo y que trae consigo placer y gozo... si usted cuenta con un juego de ellas o aunque sea una, úsela cada vez que tenga oportunidad, no lo posponga para "ocasiones especiales", todos los días son eso, irrepetibles y por consiguiente, particulares y prodigiosos... si no lo ha tomado en cuenta, lo invito a que lo practique... mientras, le deseo buen provecho y ¡mucha SALUD..!
Gabriel Mora y Romero
Director General y Editorial
Les recuerdo que MESA y VINO! editorial, jamás ha tenido socios o representantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario