lunes, 12 de enero de 2015

Botaneando en el Salón París, de la Santa María la Ribera...

El barrio de Santa María la Ribera me trajo recuerdos de los recuerdos. Me dirigía al Salón París, una célebre cantina en una de las esquinas de la alameda de este histórico paraje de la Ciudad de México, cuya fama entre los "connaisseurs" cantineros, sobresale.



Por cosas del destino, "entré" a la Santa María por la calle del Naranjo, y entonces, recordé que ésa misma fue donde vivió mi familia, recién que llegaron de Veracruz, antes de mudarse a una casona "porfiriana" de la calle de Orizaba, en la colonia Roma. Y entre las evocaciones de imágenes y una curiosidad por las calles, sus casas y su gente, llegué a la histórica alameda que luce con orgullo su Pabellón Morisco; sitio emblemático de este memorable barrio que estaba presente en algunas pláticas de mi padre y mis tíos cuando yo era niño.

Antes de ubicar el Salón París, caminé por ese sitio colmado de los recuerdos de otras memorias. Me imaginé a mis abuelos, a mi padre, a mis tíos en esos espacios... sin duda, es uno de esos lugares en donde si no fuera por "un par" de cambios en el paisaje, el tiempo se hubiera detenido, o más bien, el tiempo hubiera detenido todo lo demás...



El Salón París está en una de las esquinas, la que hacen las calles Jaime Torres Bodet y Salvador Díaz Mirón, (ambos, destacados hombres de letras), ¡fíjese nada más!, ya de entrada, por la nomenclatura de las calles que forman la esquina, entra uno en contacto con la cultura y la tradición, pero cuando pone uno un pie en la cantina... también. 
Sus paredes presumen fotografías de José Alfredo Jiménez, y es que ahí cantaba hace ya muchos "ayeres..." me decía un parroquiano de junto, que con la complacencia estampada en el rostro, disfrutaba de un tequila y una "bola" de cerveza que inmediatamente despertaron mi antojo...  "igual, por favor..." le señalé a Tomás Gutiérrez, que fue quien me atendió... y acto seguido, a ver qué había de botana ese día.



La botana, ésa fue la razón de ir ahí. Y es que me ha dado por andar tras la tradición añeja de la botana cantinera, ésa que servían junto con las dos o tres bebidas que pedía uno... era y por fortuna todavía es, la costumbre, cuando menos en esta ciudad. Obreros, oficinistas y hasta uno que otro "catrín" que se atrevía, iban a beber un par de tragos y a comer esa comida "deliciosamente casera" de las cantinas, principalmente, en el Centro y los barrios aledaños... y es que la botana cantinera, la buena, la tradicional, es sabrosa, suculenta... 


En estos tiempos que la comida rápida nos estropea el gusto, comer una buena sopa de fideo o un plato de alubias con su jamón, su cebolla, o el clásico caldo de camarón con su zanahoria picada, seguido de un arroz a la mexicana con su huevo estrellado fulgente encima, y unas albóndigas al chipotle o, para los que les guste, que son muchos, un chamorro como mandan los cánones más estrictos, es una pequeña visita al "paraíso gastronómico" de nuestra cocina mexicana diaria. 
Así estuvo el menú que disfruté en el Salón París de la Santa María la Ribera, ¡delicioso!, incluido el tlacoyo de maíz azul con queso fresco rallado que complementé con una salsa verde de molcajete de polendas; picante, con carácter, rica, "como debe de ser..." diría mi abuela, que forma parte de los "indispensables" que están desplegados sobre todas las mesas.



Sin duda volveré, a pesar de las distancias, (la próxima vez, beberé una copa primero, de pie en la barra) iré con mi camarógrafo para que haga las tomas necesarias y así incluir a esta cantina en la GUÍA DIGITAL de Cantinas y Pulquerías de MESA y VINO! y desde luego, para comer nuevamente su sabrosa botana, saludar a Fernando Aguirre que dirige esos destinos, y disfrutar de ese ambiente de barrio, de amistad, tan familiar que hoy está en el olvido para muchos, pero tan sólido como siempre, en esos legendarios espacios de nuestra metrópoli.


Lo invito a que se dé un tiempo y retome la costumbre de comer bien, despacio, sin prisas, disfrutando de los sabores de nuestra espléndida cocina casera, que sigue presente en las botanas de las cantinas de tradición.
¡Salud y buen provecho!

Gabriel Mora y Romero
Director Editorial

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