La semana comenzó con la mala noticia del fallecimiento del maestro Julio Michaud, el profesional del vino en México, que a mi parecer, más sabía sobre esta materia.
Lo conocí allá por los años 80 en algunos cursos que tomé en la escuela de Lety Gordon cuando todavía estaba en la Av. Ejército Nacional, prácticamente enfrente de la Cruz Roja Mexicana.
Ahí fue mi primer encuentro con el maestro Michaud, de quien aprendí entonces, el "ABC" del vino. Desde los conocimientos elementales que impartía con gran inteligencia, y con el sentido del humor que vine de la mano de ésta. De manera sencilla y amena, nos invitó a los neófitos, a los principiantes, a desvelar y a descubrir sensibilidades en el olfato y el gusto, y así, poco a poco, adentrarnos en los parajes donde habitan los matices... siempre con una sonrisa en la expresión, con su forma de hablar pausada y casi musical; invariablemente con el regalo de su cordialidad, pero sobre todo, de su amistad.
Don Julio Michaud estudió enología en la Universidad de Burdeos, en Francia, una vez que había concluido la carrera de Ingeniero Químico en la UNAM en 1962. De vuelta en México, el trabajo ya lo esperaba, así que los siguientes años colaboró en Cavas Bach, Casa Martell y Casa Domecq, entre otras Bodegas.
Su influencia en el mundo del vino en México es clara y determinante, así como su decidida aportación para su difusión y apropiado conocimiento.
La última vez que lo vi fue hace más o menos un año atrás, durante un evento gastronómico en la Boutique de L.A. Cetto en las Lomas de Chapultepec. Fue un gran gusto saludarlo, recordar los tiempos aquellos, y ante su sonrisa franca, hacerle saber que él "era uno de los culpables" de la pasión que siento por el vino.
Hoy, que en México vivimos una arremetida de improvisados, de "vendedores" con un diplomado de dos semanas que dice que son "sommeliers", de cincuentonas en minifalda sin temor al ridículo y con buena memoria para repetir una y otra vez la ficha técnica del vino que "venden", lo vamos a echar, mucho más, de menos.
Así pues, levantemos las copas y brindemos por el legado del maestro Michaud. ¡Salud!
Director Editorial
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