miércoles, 18 de enero de 2017

Del BEAUJOLAIS al CHÀTEAUNEUF-du-PAPE... sin apuros

No cabe duda que los seres humanos somos criaturas de hábitos... sobre todo, si ya sabemos lo que queremos o aun mejor, lo que ¡nos gusta..! 

Este proceder que se acentúa con los años, y que algunos empleamos para acumular experiencia consciente, nos va cercando antojos, variedades, y también, el entusiasmo por las novedades, -actitudes todas, propias de la juventud temprana, en donde las más de las veces, perdemos el tiempo en propuestas baladíes y sin sustancia...-, por lo que nos lleva con una definición clara y decidida, a centrarnos en gustos ya bien determinados...


El ejemplo más inmediato que tengo de ello, fue cuando mi padre decidió que ya era hora de hacer a un lado presiones y preocupaciones laborales, y comenzó a dedicar su tiempo, ya sin apuros, -entre otras cosas-, a la lectura, y también a su cava, y por consiguiente, a los vinos que ahí guardaba... pero sobre todo, a beberlos con más frecuencia y, -según recuerdo- con más deleite... ése, que la paciencia bien cultivada, trae por indefectible compañía.
Pero también recuerdo claramente que para entonces, ya tan sólo bebía de cuatro etiquetas; tres francesas y una española. 

Con frecuencia le llevaba vinos que yo iba "descubriendo", todos de calidad sin excepción -no me atrevería siquiera a...- para que los bebiéramos juntos, sentados a la mesa y me compartiera sus apreciaciones.


Sin exclusión, los disfrutaba, le gustaban e igualmente compartíamos nuestras consideraciones mientras los bebíamos, y al ver cómo su gusto sonreía, le ofrecía hacerle llegar más "ejemplares" del vino de la ocasión... pero con su característica manera de ser amable conmigo, se negaba, "...no es necesario hijo, -me decía-, "...no gastes tu dinero en obsequiarme nada..." e irremediablemente, volvía a su BEAUJOLAIS o a su CHÀTEAUNEUF du-PAPE, cuando de franceses se trataba... 

El hábito presente, la costumbre como norma...
Ambos, los bebí en innumerables ocasiones con él, sin embargo, en aquellos días, no ponía más que la atención que el deleite mismo obliga... ya sabe, cuestión de inexperiencia, prisas e incluso, de los apuros... propios de la juventud.

Y esto viene a colación, porque la semana pasada, asistí a la presentación del 5o Festival de Vinos de Francia de unos buenos amigos abarroteros... por cierto, debo reconocer, que en esta ocasión resultó un suceso más selecto, en el más amplio concepto del término, -nada que ver con los "multitudinarios"... del pasado-, incluido el "rango" de la selección de vinos que presentaron... "compacta" diría yo, pero abarcando con más sentido y tino, una gama ilustrativa del incesantemente aludido balance... entre la calidad y el precio... el "santo grial" del consumidor versado en estos asuntos del vino en nuestros días...
Al llegar, me dispuse, sin apuro ninguno, a beber la copa del espumoso de Champaña que me ofrecieron, de la mano de los saludos y abrazos que... y una vez dentro, con mirada paciente pero acuciosa, a escudriñar las etiquetas expuestas... obviamente me encontré con un BEAUJOLAIS... y unos pasos más allá, al otro extremo del recinto, con uno de los CHÀTEAUNEUF-du-PAPE que mi padre bebía... de las que mi memoria guarda, y entonces, fue cuando me vino a la mente el recuerdo de la predilección -narrada líneas arriba- que Don Felipe profesaba por este par de ases de la vitivinicultura francesa... y ahora sí, sin apuros, me dispuse a disfrutarlos, pero sobre todo, a intentar que cada sorbo, cada trago, cada copa, me desvelara el porqué profundo... de su señalada preferencia. 

Comencé con el BEAUJOLAIS... 100% Gamay, -uva que pocos saben, nació de la cruza de la Pinot-Noir y de la Gouais Blanc- en este caso, "accesible" de precio, pero fiel cónsul de la reputación de los vinos de esa región, que corre al sur de la Borgoña y al norte de Lyon... y cuyo nombre se origina a propósito del Castillo de Beaujeu...

Un buen BEAUJOLAIS, diría yo sobre éste de la casa Louis Jadot,- que por cierto, es una de las dos últimas grandes bodegas de Bourgogne, que se dedican exclusivamente a esta "apelación..."- y aunque mi padre bebía el de la bodega Morgon Cru, éste Villages, -más modesto, desde luego- puso esa nota fina en mi paladar, de la mano de la tersura que prodiga... con las características frutas rojas que lleva en la tradición... de un balance aceptable, que junto con su tono rubí bajo, y un dejo de acidez que tanto abriga al gusto, nos lega testimonio del buen quehacer de los creadores de este vino...
Sin embargo, el recuerdo me llevaba a menudo a afirmar que las preferencias de Don Felipe, estaban más afincadas en los vinos de "carácter", más potentes, más complejos... ¡cierto! 

Ahora entiendo, que la suavidad en el paladar, el acompañamiento que le daba un vino más "ligero" como el BEUAJOLAIS que bebía, con su refinamiento amable y una expresión más sutil, le aportaba ese contrapeso que se hace imperativo para no permitir que el aburrimiento nos alcance, y para que la variedad, -tratado como un concepto puro y elevado- surta el efecto que deseamos en nuestro gusto, y entonces, el placer ocupe obediente, el sitio que le hemos señalado... y así, librarnos de caer en la monotonía, -que es el peor de los males-, capaz de matar a cualquier ente proclive a la cultura, al razonamiento y al discernimiento... ¡sin remedio posible..! 

Pero volvamos al vino... cuando me sirvieron la copa del CHÀTEAUNEUF-du-PAPE, de inmediato destacaron sus tonos y brillo... ¡qué agradable efecto produce! este primer contacto con el vino... Y pensar que la mayoría ni cuenta se dan, o en el mejor de los casos, ponen una "migaja" de interés, tan sólo para tratar de encontrar información que... ¡está impresa en la etiqueta!
¿Qué le parecen nuestros genios mexicanos pseudo pro..? 
De inmediato me trajo evocaciones del pasado... éste de la bodega Castel, -que no era precisamente del que bebía un par de copas con la comida diariamente Don Felipe-, sino el de la bodega Calvet- enseguida mostró sus "diferencias" con el BEUAJOLAIS previo; más intenso... dueño de un rojo oscuro, profundo que evoca y provoca... 

¡Ah! el gusto me lo agradeció con un abrazo fausto al espíritu... sin la menor duda, un vino más complejo tanto en la nariz como en la boca... y lamenté que mis anfitriones de esta cadena de tiendas de abarrotes y vinos y... no tuvieran para cata, aunque fuera tan sólo una botella del que Don Felipe bebía en las ocasiones que su juicio le susurraba, que había un mérito justificante para... me refiero al de la casa Beaucastel Rouge. 

Aunque no vívidamente, recordaba, que era una expresión superlativa de este vino francés, y un ejemplo que se repetía sorbo tras sorbo de... lo mismo; frutas maduras, cuero y barrica, balance, equilibrio... un vino redondo, potente, con cuerpo, y... con varios pasos ya andados, hacia lo sublime...

Ahora lo aseguro, porque la tentación de... me llevó a comprarlo, y una vez constatadas sus virtudes, a comprar ¡una docena más..! para beberlo mientras escribo, y mientras cocino y mientras escribo y mientras como, y mientras escribo y mientras converso con amigos y mientras escribo y mientras veo caer la tarde y mientras escribo más...
Este vino lleva la elegancia y la historia implícito en el nombre... -¿No se lo parece? 
Mismo que es el apelativo de una población francesa de la Provincia de Provenza, pero también, de la Denominación de Origen del sur del Ródano...

Es el resultado de una mezcla, de una combinación de uvas, de un coupage... 
En el caso del Beaucastel Rouge, de: 30% Mourvedre, -mejor conocida como Monastrell- 30% de Garnacha, 10% de Syrah, 6% de Muscardin, 6% de Vaccarese, 6% de Cinsault y podría también, -está autorizado- de otras 7 cepas... 

Hoy, sin más, les aconsejo que beban BUEN vino, no desperdicien su dinero ni mucho menos su gusto en... y, les deseo buen provecho, pero sobre todo... ¡mucha SALUD..!

Gabriel Mora y Romero
Director General y Editorial

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