Aviso IMPORTANTE, estimados amigos y anunciantes,
NO SE DEJEN SORPRENDER..!
Les recordamos que MESA y VINO
NO TIENE, NI HA TENIDO JAMÁS asociados ni representantes,
Los ignaros reporteros, decanos del lobby GAY de las secciones de SOCIALES y espectáculos, Enrique Montero que se hace llamar Castillo Pesado y su pareja Tony Scheffler,
En una tarde de sábado como cualquier otra, con la atención puesta en la revisión del trabajo audiovisual de MESA y VINO! y todavía deleitándome de la comida del día anterior en la U. de G. La Única de Guerrero, cantina de tradición, con una cocina que me resulta deliciosa, decidí acudir al Outlet de vinos de Wine Market que se presentaba en el Club Naval, justo frente a la 2a Sección de Chapultepec.
Fue un reencuentro con los Salones de Vino, y con los amigos que los presentan y también, con los que los rondan por costumbre... pero sobre todo, con sorpresas agradables de algunas etiquetas que no había probado.
Me había alejado por una temporada, porque se había vuelto repetitivo y tedioso el acudir a esas presentaciones con... vinos de escasa calidad y, las personas de siempre... así que por "conservar la buena salud del gusto y también de la de mi paciencia...", dejé correr varias invitaciones...
De hecho, para mi desgracia, mi más reciente encuentro con "el vino en un evento", fue con uno mexicano, -¡oh my God!, eso sí que es mala suerte- los de Hugo D´Acosta, -sí amigos, el "padre" de los vinos salados de allá, de Baja California- en un "festejo" de unos fabricantes de estufas... así que, ante tal escenario, tomé mis precauciones, y justo llegando, cuando me ofrecieron... me decidí de inmediato por el rosado, con la esperanza de que fuera "bebible", pero como era de esperarse, tanto el rosado -y también el espumoso-, después de un par de sorbos, les destiné al olvido en la superficie de la "periquera" que me asignaron mis anfitriones...
Y así, "el destino" me llevó al tinto... lo bebí en el entendido, -léase resignación- de la salinidad implícita, -lo acentúo como un defecto, y uno GRANDE, no como una característica o un estilo, como pretenden éstos "traficantes" disimular sus carencias y yerros...- con la que mi gusto tendría que lidiar... pero no había más...
Y es que con estas nuevas generaciones de "chamaquitos" que más parece, están jugando a ser publicistas y publirelacionistas... ¡qué más puede uno esperar..! La moda ante todo...
Pero regresemos a la tarde del sábado... con una gama extensa de etiquetas en exhibición, -muchas ya conocidas- me dediqué, -sin consultas previas- a descubrir por mi mismo, algunos que, -por alguna razón- me resultaban atractivos y/o prometedores y... me he llevado dos buenas sorpresas...
La primera... los vinos de Croacia, que ya en alguna ocasión anterior había probado, -seguramente otras etiquetas, no las que aquí...- y no me habían gustado... sin embargo en ésta, tras la breve presentación que me hizo su representante, probé "una tercia de ellos" -un blanco y dos tintos- y... resultaron vinos amables, bien estructurados, incluso elegantes, con un buen grado de complejidad, eso sí, diferentes, pero... con un cierto dejo seductor.
En un país como el nuestro, en que la cultura del vino prácticamente no existe, apostar por vinos de un país remoto, y que por ningún lado asociamos con lo conocido, -ya no digamos de etiquetas o de regiones, sino de países-, requiere de una cierta afición a correr riesgos en los negocios, y sobre todo, de un convencimiento tácito de su calidad... quiero suponer.
La otra, fue un vino valenciano tinto; 100% Bobal... uva típica de aquella región, que me pareció, por sus características fundamentalmente aromáticas, pero también por su nobleza en el gusto, un vino de una riqueza para los sentidos, digno de atención...
Este vino ofrece en nariz, una "floralidad" marcada, que me remitió, -y esto es parte de la maravillosa experiencia de conocer y disfrutar de esta bendita bebida- a mi infancia... a un viaje al Puerto de Veracruz, en el que hicimos una escala en Fortín de las Flores, Ver., en el Hotel Ruiz Galindo, en cuya alberca, desde el amanecer, flotaban ufanas, una infinidad de gardenias recién cortadas de sus jardines, contagiando el aire, el cielo, el paisaje, -en fin- todo, con su fragancia... ¡que glorioso recuerdo... me trajo ese expresivo vino!
Y para terminar, ya que hablo de vinos "valencianos", no perdí la oportunidad de beber una copa del espléndido Cabernet Franc de nuestros amigos de Chozas Carrascal, vino del que ya les había platicado en el pasado, y que resulta siempre, en un afortunado reencuentro...
Les deseo... buen provecho y mucha ¡SALUD..!
Gabriel Mora y Romero
Directo General y Editorial
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