lunes, 27 de agosto de 2018

Las personalidades en MESA y VINO! Michel Rolland

Una de las experiencias profesionales más enriquecedoras desde que inicié las ediciones de MESA y VINO! hace ya más de 20 años, ha sido el cúmulo de personalidades, -algunas extraordinarias- que he conocido a través de conversaciones y entrevistas, tanto en México como en el extranjero a través de los innumerables viajes que he realizado en este deleitoso "que hacer".

Sin NADA sobresaliente de que hablar en la actualidad gastronómica y enológica mexicana, inmersa, -como diría el historiador Octavio Faguet al hablar de la Francia de los Bonaparte- en un desgarrador mercantilismo vulgar e ignominioso, que provocado por el imperio de la mediocridad de quienes lo manejan, ha resultado en la progresiva desaparición de los selecto... me di a la tarea de buscar en los archivos de MESA y VINO! crónicas de acontecimientos de épocas más afortunadas en los temas que nos atañen, y de lo más relevante -repito- fue encontrar las conversaciones con estas personas que han ido dejando huella, ya por su gentileza y don de gentes, pero. -y éste es el punto toral-, por sus virtudes profesionales.

Inicio reproduciendo una relativamente reciente con... Michel Rolland... a quien conocí a propósito de su visita a México para la presentación de los vinos que estaba comenzando en aquel entonces, -cuatro años atrás quizá- a producir en la Argentina... en un desayuno al que me invitó Eduardo Solórzano, a la sazón Director de Relaciones Públicas de una cadena líder en nuestro país, en la venta de vinos y abarrotes.

Gabriel Mora y Romero

Fundador, Director General y Editorial



MICHEL ROLLAND

                                                                                                                     
Este hombre es en la actualidad el enólogo más famoso y también el más polémico, quizá uno de los que han provocado o cuando menos contribuido, a la evolución en el gusto del vino, pero también, en sus métodos de producción y sin duda, en el enfoque que ahora tenemos de esta bebida milenaria.
Invitado a México por La Europea para la presentación de algunos vinos de la Colección Rolland, tuve oportunidad de conocerlo, de escucharlo durante la cata, y en ese tiempo, tratar de comprender un poco más de su carácter, su personalidad, ya que el tiempo disponible previo a ésta, era muy limitado; concedían tan sólo un par de minutos a los medios presentes, y entonces me pregunté: ¿Qué tanto más podría averiguar sobre este distinguido personaje del mundo del vino de lo que ya sabía.., en 120 segundos? 
Francamente, muy poco... 



Así que dejé que los periodistas presentes se arremolinaran primero y después hicieran cola para hacerle un par de preguntas... me los imagino preguntándole ¿Le gusta México?
Michel Rolland es un hombre que toma con gran seriedad su trabajo, pero esto no implica que no tenga, a flor de piel, un fino sentido del humor, ése que otorga la inteligencia y la cultura.

Comenzó con elegancia, con una confesión, muy “ad-hoc” a lo que seguiría, lo cual me agradó, quizá porque envía desde el inicio una señal de honestidad, estamos hablando entonces de franqueza y apertura, y como estábamos congregados con el propósito de conocer sus vinos, después de saludarnos, nos dijo de su gusto y de su interés por éste, y que a lo largo de su vida, ha bebido mucho y muchos... inmediatamente me sentí identificado.

Michel Rolland es un hombre que tiene el don de la sencillez. Pudo haber recurrido a la arrogancia, -después de todo es francés-, y últimamente pasa mucho tiempo ¡en Argentina!, (sólo imagine la combinación), además, lo nombran en muchas partes el “gurú del vino”, nadie duda que sabe mucho del tema, sin embargo, nos habló con la naturalidad que se usa en las pláticas con los amigos, y cuando comenzamos con los vinos, “nada de retórica floreada, ni de paráfrasis...” ¡qué bueno, brindo por eso!, sin embargo, cuando le pregunté sobre el vino mexicano, claramente y con un pena lo mejor disfraza posible, -ya sabe, para no ofender al anfitrión-, parafraseándolo nuevamente, ya que “...toda verdad aunque incómoda o dolorosa, es bueno decirla” - me respondió: “todavía hay mucho trabajo por hacer...”.

No hay duda que el señor Rolland es polémico, pero después de escucharlo por más de una hora hablar, con una copa en la mano, de sus vinos, de ver la pasión y el empeño con que viste las palabras que forman sus tesis, sus argumentos, no me queda sospecha de que está convencido de la ruta que debe seguir el vino hacia el futuro, que por cierto ya está aquí... de su mano y de las de los demás que piensan como él.

Su amistad y coincidencias con el crítico norteamericano Robert Parker, le ha generado una cascada de señalamientos y acusaciones; de que “funcionan” como mercaderes modernos del vino, que “acomodan” éstos, al gusto del consumidor amateur para que se vendan, en otras palabras, que el mercado es su directriz y el dinero y la fama, la deidad que lo seduce.
Sin embargo, recuerdo claramente que en el inicio de su presentación, nos habló que es consultor pero también bodeguero (propietario) y que la diferencia entre sus dos actividades, es que la primera le da dinero y en la segunda, en muchas ocasiones lo pierde...
Sinceramente no creo que esté peleado con el dinero, pero tampoco creo que le resulte más vital que el vino, que por lo visto, es una de sus grandes pasiones en la vida.

Deduzco, después de leer con atención su libro, que es a partir de su ingreso al laboratorio de Jean Chevrier, que sus inquietudes por dar un paso hacia adelante en el universo del vino, rompen la inercia, y por primera vez se encuentra en eso que hoy nombran “consulting”; en la actualidad trabaja asesorando a más de un centenar de bodegas por todas partes.
Cuando hablamos de una higiene profunda en las bodegas, de barricas de madera nueva, de probar la fruta en el viñedo, tratarla con cuidado durante el corte manual y su traslado a la bodega, de evitar la mecanización que al igual fermenta en las cubas ratones y lagartijas que uva, de deshojar, de “vendimia verde”, de analizar el terreno científicamente, o sea, de aplicar la experiencia, el conocimiento, la ciencia y la conciencia a la producción de vino, monsieur Rolland indefectiblemente aparece en escena.

Dejar en el recuerdo, o mejor en el olvido, el azar que la naturaleza trae año con año, para ver si en éste, se obtiene una cosecha digna de júbilo, o nuevamente su caprichosa esencia nos juega una mala pasada, y los vinos resultantes, son de calidad dudosa... es la sustancia de la “lucha” que ha tenido que librar, y si hacemos una análísis honesto de esas propuestas que ya ha difundido, y en su mayoría han sido adoptadas por el mundo, encontramos que van emparejadas con la razón, y es que -nuevamente lo cito- “...necesitamos personalidades fuertes en nuestro microcosmos cristalizado en costumbres aburridas. La tradición es, a menudo, un pretexto para quedarse amorfo...”, tesis con la que estoy de acuerdo, en el mundillo del vino y en ¡muchos otros ámbitos de la vida!

Me daría mucho gusto seguir escribiendo sobre monsieur Rolland, pero el espacio me lo impide, prefiero cerrar esta crónica, con dos párrafos de su libro, que a mi parecer, lo definen puntualmente:
“El vino -es menester recordarlo- tiene vocación de placer, de acercamiento, de compartir y no de denigrar. Posee esa especificidad de poder hablarle a cada uno. No dejemos a los demás la arrogancia de pensar por nosotros”, y... 
“La vida es bella cuando la reinventamos permanentemente. Lo mismo va para el vino”.


Aviso IMPORTANTE, estimados amigos y anunciantes, 
NO SE DEJEN SORPRENDER..!
Les recordamos que MESA y VINO
NO TIENE, NI HA TENIDO JAMÁS asociados ni representantes,

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