Incluso algunos de éstos espacios del buen comer, cobraron fama debido a que tal o cual personaje de la política lo frecuentaba; como fue el caso, allá por los últimos 70´s, del Lic. López Portillo, que una vez que se volvió presidenciable -durante su gestión como titular de la Secretaría de Hacienda-, asistía con frecuencia al Champs Elysees del Paseo de la Reforma, y aunque a la sazón y debido a la cercanía, se podía encontrar ahí permanentemente a la "plana mayor" del IMSS, éste hoy célebre restaurante francés, no era entonces un "comedero político" como tal; fue la constancia del Lic. López Portillo, la que lo puso en el mapa de éstos.
Debido a mi "afición" al buen comer inoculada desde mi infancia en la casa paterna y a mi actividad profesional relacionada con las letras y la comunicación, desde los años 80´s, he sido testigo de los opíparos consumos en materia gastronómica de nuestros políticos en los comedores de mayor prosapia y lujo, desde luego, a costa del erario público.
En aquel entonces, como Director de Relaciones Públicas de un diario de información financiera y económica, -del cual también era socio- que me llevaba a un trato continuo con los políticos del más alto rango del área financiera, en desayunos y/o comidas...
Recuerdo particularmente los desayunos en el extinto L´Heritage de la calle 5 de Mayo del Centro Histórico, -justo al lado del Banco de México- con el Lic. Gustavo Petricioli, -caballero culto, de franca conversación, conocedor de los beneficios de un buen trago- a la sazón, Secretario de Hacienda y Crédito Público... restaurante , por cierto donde se comía muy bien y atendían de maravilla al Secretario.
Huelga mencionar que en este comedor, continuamente me encontraba a los "jerarcas" de dicho Banco, con el consecuente beneficio para el "afortunado" restaurante.
Años después, cuando fundé y comencé a editar mi revista MESA y VINO! se incrementó mi asistencia a restaurantes de prosapia y nuevamente, me encontré con una frecuencia notable, a algún político de alto rango, incluidos los "de izquierda", disfrutando con alborozo, de ese privilegio que ellos mismos se obsequiaron y que nosotros, los "simples mortales", les pagamos.
Como era el caso, del "morenito" Batres, que desayunaba con frecuencia, en compañía de sus congéneres, en el restaurante de Casa Lamm, pero, en el original, que sólo constaba de unas cuantas mesas en el exterior coronadas con sombrillas muy al estilo francés, y que una noche de tertulia intelectual, el escritor Juan José Arreola, en compañía de amigos, entre ellos la directora de ese centro de cultura Claudia Gómez Haro, lo bautizó: Les Fleurs du mal en honor al poema del genial Baudelaire; espacio gastronómico que no era muy caro, pero tampoco barato... y tampoco, digamos que era el sitio "ideal" para encontrarse con esos entonces jóvenes "camaradas de la nomenclatura" de la izquierda mexicana...
O como el caso del empeñoso bebedor Muñoz Ledo en los privados del comedor con nombre de Primer Ministro inglés en Polanco, atrás del Conservatorio Nacional de Música, o del congresista Beltrones, -en el de nombre de ciudad Portuguesa, también en Polanco- siempre con un séquito de asistentes dispuesto a disfrutar... me imagino el monto de la cuenta, porque hay que puntualizar que éstos "servidores públicos", echaban mano con un entusiasmo arrebatador de la oportunidad, y bebían alegremente, -antes, durante y después de los alimentos-, aperitivos, vinos y destilados de la mayor calidad... al fin, ¡que pague el pueblo!
En el comedor de la cantina que se ubica frente a las rejas de Chapultepec, me encontré a varios Presidentes en funciones, -quizá por la cercanía con Los Pinos- de repente, nos "caía" el Estado Mayor Presidencial que antecedía al mandatario; desde López Portillo, hasta Fox y De la Madrid, pasando por Salinas y Zedillo... con todos ellos, alguna vez alguna vez coincidí y debo de decir, en honor a la verdad, que no se trataba de grupos numerosos y su consumo se podría considerar como "normal", sin embargo, también alguna ocasión fui testigo de la llegada de la Sra. Romano de López Portillo con un séquito de "viejas gorronas", ¡impresionante!; en aquella ocasión el Estado Mayor nos retiró a todos del comedor, enviándonos al área de la Cantina; imagino también, el monto de aquella comilona a cuenta del erario público...
Recuerdo como si hubiera sido ayer, la ocasión que asistí a un comedor en la colonia Condesa, situado en una de las glorietas de la calle de Amsterdam, -hoy desaparecido- en donde desde la misma entrada, me encontré con un grupo de comensales que "desentonaban" con el resto... lucían demasiado "tropicales" diría yo, (mucha guayabera de manga corta, en un comedor de cierta elegancia); sabían que llamaban la atención y era obvio que se sentían fuera de lugar, mirando con cierto recelo al resto... ya ve, el resentimiento incubado en lo más hondo, no es fácil de disimular...
Se trataba del Sr. López, -otro- con algunos de los integrantes de su camarilla más inmediata, que con el tiempo, se volvieron "regulares" en los comedores de mayor prosapia de Polanco, en donde comían en los privados acompañando sus alimentos, -según mis amigos restauranteros- con vinos de un promedio de $30.000.00 pesos por botella y pagando rigurosamente en efectivo, para no dejar rastro... me pregunto si esa costumbre tan cercana al Chateau Margaux y al Lafite, la tendría desde que habitaba en Macuspana...
Sí, acertó estimado lector, se trata del mismo Sr. López que el día primero del mes que corre, gritó a los cuatro vientos, "...primero los pobres".
Pero el que más frecuentemente me encontré, fue al obeso, panzón y sinvergüenza ex gobernador de Morelos, Graco Ramírez, en los restaurantes de uno de los hoteles (el Chapulín) de Campos Elíseos de Polanco; tanto en el francés (Au Pied de Cochon) como en el de carnes (The Palm), ambos descaradamente malos y caros, auténticas "cuevas de ladrones"... con cargo a los habitantes de aquel Estado vecino.
Me pregunto si ahora, después de que se declaró la "austeridad republicana", éstos comedores perderán los beneficios que les conferían nuestros políticos a nuestras costillas... y si sus pingües ganancias, se verán mermadas por dicho "decreto".
O, si los políticos de la "transformación", comenzarán a pagar las cuentas de su dinero o tan sólo quedará, este precepto en una -otra- nueva ocurrencia del Sr. López y su camarilla y nada o poco cambie; como cuando le preguntaron al Nobel de Literatura 1989, el español Camilo José Cela: qué había cambiado en España a partir de la llegada al poder del "izquierdista" Felipe González... y contestó "la marca de sus trajes".
Usted, amigo lector, ¿qué opina?
Gabriel Mora y Romero
Director General y Editorial
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